
No vamos a decir que se extrañan esas micros amarillas, que más bien parecían camiones adaptados o tractores. Tampoco diremos que antes podías pasar mucho tiempo arriba de una micro hasta quedarte dormido mientras tu cara tiritaba al compás del vidrio de la ventana. No señores, no diremos que extrañamos esos tormentosos vehículos del antes cuyos conductores eran la cara misma del demonio. Y mucho menos diremos que "todo tiempo pasado fue mejor".
Lo único que podríamos afirmar con certeza, es que el actual plan de transporte público conocido -por los capitalinos- como Transantiago (¿les suena?) se ha transformado en un problema a la solución, mucho peor que el antiguo sistema. Y es que al menos antes el flujo se recorridos te llevaba a tiempo donde tu querías, y pasaba casi a cualquier hora. Mientras, son -para variar- los más pobres quienes han de sufrir las malas políticas del gobierno, pero nosotros (en eso insistimos)no afirmaremos que extrañamos a esos motores amarillos del ayer...la nostalgia no nos lleva al trabajo.